Los precios y los naúgrafos (con permiso de YOSS)
Hay cada gente por ahí, y hay cada precios. Porque los precios, cuando vienes a ver, los pone la gente y los acepta la gente. Sí, de parte y parte, aunque la necesidad ayuda y a veces determina.
Un día, por ejemplo, Manolo se levanta de soñar con un campo de lechugas y, convencido de que la verde tiene más propiedades que un bistec de vaca, de los que le dan a su nieto en la carnicería, decide que en vez de tres pesos por el paquete, ese día va a proponerla a cinco.
Y así sale a la calle. Lechugaaaaaaaaaaaaaa, a cinco peeeeeeeeeesos. Y Juana, que sabe que no está a cinco, que por la tarde aparecen cinco o seis vociferándola a tres, le estira la cara y le dice que hoy no, que prefiere esperar.
Pero Cacha, la señora de al lado, tiene visita y como siempre en estos casos, la necesidad visceral de todo cubano que se respete, y se prepara para tirar la casa por la ventana. Cocido de garbanzos con masitas de cerdo, congrí, refresco de la tienda, dulce también de la shooping, de todo menos ensalada.
Así que cuando pasa Manolo, no lo piensa dos veces y le alarga un billete de 10 pesos. “Oye, pero qué cara…” pero ya tiene los dos mazos en la mano. Entonces, Jorge, que viene por el otro lado con su carretilla repleta de lechuugaaaaaaaaa a tres peeeeesosssssss, ve el panorama y esa noche, seguro, también sueña con surcos y surcos de la hortaliza.
Y así pasa con casi todo.
Hay otros que, sencillamente, están bien entrenados en vivir del bobo y el necesitado. Esos son los que pescan bien con ríos revueltos o cualquier cosa que huela a catástrofe. Pasa un ciclón y al otro día, cuando la gente está ocupada en recuperarse, en remendar la teja que se le partió, Alberto se levanta más temprano que nunca para cambiarle el precio a todos los productos que vende en el agro.
“Oye, el ciclón acabó con todo”, “sí, sí, no leíste mal, la malanga a siete, es que la cosa está mala mi hermano, el cicloncito ese acabó con Troya”, aunque el organismo meteorológico no haya tocado ni un surco sembrado del tubérculo.
Como le pasó a la carne de cerdo luego del huracán Sandy, que de 20 en algunos puntos se empinó a 22, y cuidadito a 24 y 25, y eso que no hubo reportes de daños significativos en ese sector.
La carne es también muy de fiesta. Cada vez que hay un evento grande se da unas encaramadas que para qué contarles, sobre todo si es día de los padres, de las madres, fin de año, carnavales o el vendedor se entera de que es tu cumpleaños y también quiere darte un regalito.
Pero la soga de los precios no es sólo made in cuentapropista. No, qué va. Y quien no me crea que pase por el puestecito que queda a un costado del Policlínico 4 de Abril, en la mismísima Avenida Che Guevara, y vea cómo por arte de magia el queso que hasta hace una semana costada 13 pesos, parió y ahora cuesta 16.
Y todos contentos, todos menos los que, en esa misma mañana, nos levantamos con ganas de comernos una buena ensalada de lechugas fresquecitas y nos damos contra el muro de los cinco pesos, o tenemos que regresar del agro con una libra de carne en vez de dos porque no importa que sean sólo dos pesos, en ese templo del dios dinero no hay día nublado ni fiadores.
Lo malo es que, por mucho que soñemos por ejemplo, con un puerquito de yeso repleto de pesetas de las pesaditas, al otro día nos levantamos con el mismo salario en el bolsillo -y eso si cobramos ayer por supuesto, sino el salario sólo queda en el recuerdo-, y las mismas necesidades de comprar las mismas cosas que ya no están en el mismo precio.
La mayoría se escuda en la oferta y la demanda. Y la ley de oferta y demanda los arrulla. Nada hay, en las leyes, que obligue a un vendedor de alimentos a observar precios topados como sucede, por ejemplo, en la Argentina donde todo ese mercado es privado.
No me gustan las prohibiciones. Pero dejar, por ejemplo, que una malanga -que no se vede prácticamente en los mercados estatales y es vital en la dieta de niños y enfermos- cueste siete pesos, y una libra de carne de ovejo 22 y hasta 23 pesos, es ponerle al trabajador la vida más difícil.
Porque es el trabajador el que sufre, y el trabajador es la inmensa mayoría de los cubanos que, cada vez más, se cerciora de que su salario no vale para casi nada, y al piso va su ánimo.
Nada, que si algunos tienen manía de pescadores, y del cielo les caen los ríos revueltos; otros engordamos para náufragos de ese mar de precios que, en cualquier momento, salen volando como Matías Pérez.
Publicado el junio 29, 2013 en Lo mío primero... y etiquetado en alimentos, Cuba, mercado, precios, sociedad. Guarda el enlace permanente. 6 comentarios.
Si ponen un control de precios, entonces va a pasar que no se va a producir. Porque nadie quiere producir con perdidas.
No te has puesto a pensar que quizas el problema esta en la miseria que te paga el gobierno? Y en los altisimos precios que le pone el gobierno a los productos en las tiendas de CUC?
El costo de la vida en Cuba es manipulado por el gobierno que es quien lo mismo te paga que te vende lo que vas a comprar con ese salario.
El unico sector del mercado nacional donde la ley oferta-demanda funciona es el mercado de alimentos y los pequeños empresarios. Pero etos no puede en realidad regular sus costos-precios cuando hay una parte del mercado que la controla y manipula el gobierno abusivamente. Pagandote en pesos y vendiendote en CUC.
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No necesariamente. El asunto de la doble moneda tuvo sus causas económicas reales, aunque es verdad que ya es hora de que pague en la moneda conque se compra. Lo otro, la regulación, los precios topados sí es posible. No es que no se le pague al campesino, que no gane el vendedor, pero la verdad es que la especulación es mucha en ese tipo de comercios, y los perjudicados somos los trabajadores porque a pesar de que usted no me lo crea, yo vivo estrictamente de mi salario y de algún inventico que no da para mucho.
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Hola Lilith. Yo tambien vivi toda mi vida del salario cubano. No da para nada. De no ayudarme mi mama con lo que su hermana le ayudaba a ella desde USA, no se que hubiera hecho yo porque se me da muy bien mi profesion, pero no se nada de negocio. Eso y la falta de libertad politica me hicieron salir de mi pais.
Cuales fueron las causas de la doble moneda? Existiran causas pero dudo fueran justas. Como no fueron justas las causas de meter cubanos presos por tener dolares, mientras los extranjeros manejaban esa moneda en Cuba.
El campesion tiene que comprar los machetes y las botas para producir al precio de la calle, el mercado negro o las tiendas de divisa. Sus hijos se tienen que vistir con la ropa que esta cara en la shopping y su mujer cocina con el aceite carisimo de la shopping tambien. Si ese campesino aspira a un vaso de leche ante de salir al campo sumale mas.
Entonces el productor, el artesano y el chofer de alquiler ponen los precios para vivir de acuerdo a los precios que le pone el gobierno a ellos (sus costos) y tambien en funcion de la oferta y la demanda. Lo ponen de acuerdo al costo real de la vida en Cuba.
Quienes estan perjudicados y quedan fuera de ese balance economico de «esto cuesta mi trabajo para poder vivir» son los cubanos que le trabajan al estado, porque es el gobierno que le fija el precio a los productos de primera necesidad bien caros y tambien le fija un misero salario que no pueden negociar, ni protestar.
En muchos paises hay un costo de la canasta basica, lo minimo que hay que comprar y el salario minimo se compara con ese costo para saber cuan bien o mal esta la economia. En Cuba esa comparacion es absurda porque todo el salario de un cubano no le da para cubrir esas necesidades. Los trabajadores por cuenta propia se fijan un salario que si le de para vivir, para tener lo basico y un poco mas.
Es decir el problema no es el costo de la lechuga, es el salario.
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El campesino, querida amiga, que es quien produce, no vende caro y casi nunca tiende a aprovecharse de los demás, por lo menos el campesino guantanamero, lo de otras partes no sé. El asunto de la doble moneda fue necesario en su tiempo, porque había una inflación demasiado grande por el exceso de dinero en la calle y el déficit de productos. La doble moneda, así como la despenalización del dólar, fue lo que salvó o por lo menos hizo que sobreviviera nuestra economía.
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Hola Lilith, es cierto el campesino no puede ir a vender. Y su precio es menor que el del comerciante. Pero tiene que existir un distribuidor para que el producto llegue al consumidor. El campesino no puede desatender la siembra para vender, pasa donde quiera, solamente a bajos niveles de produccion locales (los farmer markets) y generalmente los que venden en los farmer markest no viven de eso.
Si te vas a buscar el producto donde esta el campesiono, sumale a la lechuga el transporte, la gasolina y el tiempo. Al tiempo en Cuba no se le pone un valor, pero si lo tiene. El comerciante que es muy necesario porque si una sube a la loma a buscar la malanga, cada malanga te saldria al triple de lo que la compras en la calle si le sumas el tiempo y el transporte.
La inflacion no la resuelven formar castas de dinero. Eso fue un abusivo disparate economico mas, no solamente economico, sino social. Yo creo que el unico objetivo que tiene es ponerle un abritrario impuesto al dolar a los cubanos de USA y cargar con otro mandado al cubano de Cuba, otra cola mas, la de la CADECA para poder comprar las cosas de la shopping.
El campesino, el comerciante, el transportista ponen sus precios de acuerdo al costo de la vida y teniendo en cuenta la demanda. El problema en Cuba es que el salario y los precios de los productos, los dos estan injustamenten manejados por el gobierno. Y en esa balanza tu pierdes doble. Porque los que no trabajan para el gobierno crean una economia paralela donde ssus precios se ajustan con los precios del gobierno en la shopping. Pero tu salario no, ese esta fuera de esa economia medianamente real.
Saludos
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