Hombre VS mar
Uno casi les envidia la presencia omnipresente del mar meciéndoles la vida, la letanía de cada baracoeso que se respete sobre las virtudes de nacer en un sitio grandilocuente, hermoso sin palabras posibles, si acaso el suspiro que provoca.
Uno les ve la fe, la insistencia, porque allí nacieron bisabuelos, abuelos, ahí fueron felices, tuvieron hijos, nietos, allí lloraron y rieron, y es difícil decir esto está bien o mal, dificilísimo.
Entenderles la permanencia tras cada golpe, tras cada mar enfurecido que quita con la misma prestancia con la que da. Mar de leva, ciclón Ike, ríos inundados, el grito de tsunami después de un evento más allá del horizonte, el diablo Matthew…, todo y más ha golpeado a Baracoa.
Todo y más ha sacado lágrimas y furores. Se malogran los muebles de toda la vida, el colchón no se seca por más sol que le entre a tanto año de aguantarnos los sueños, se pierden las fotos familiares, los electrodomésticos del sudor…, pero el baracoeso que vive cerca del mar quiere volver, quedarse.
Se les proponen casas seguras, pero no sería mar sino montaña el paisaje que levante el alma. No sería arrullo, sal, insistencia de ola sino pájaro cantando y, a veces, silencio.
Se les proponen viviendas que ya se construyen. Nuevas. Resistentes a sismos y a vientos fuertes. Pero la resistencia de las columnas es casi comparable a la resistencia humana.
Los inquilinos para quienes se erige tanto edificio no quieren reubicarse. Sale así en informes oficiales, así se maneja desde los escaños del gobierno, entre los pasillos de Planificación Física donde ahora mismo se buscan espacios posibles para otros asentamientos.
Porfía dura. Contrapunteo entre la tradición, el arraigo y el quiero, y la racionalidad más aplastante: el nivel del mar sube cada año, lo seguirá haciendo, ganándole el pulso a la tierra, y los eventos hidrometeorológicos se pintan cada vez más extremos.
Negarlo no sirve. No sirve tampoco aferrarse al antes. Los que sufren los embates del mar saben que cada año es casi siempre peor que el anterior, que el agua llegó hasta una calle que hasta entonces no lo conocía.
La tierra desaparecida bajo el mar es una realidad en el mundo, y en Cuba. Hacia el occidente del país, ya hay playas en peligro inminente, vecinos empujados por el mar, pescadores que se fueron con sus redes a otros sitios.
Las proyecciones de poblaciones desplazadas debido a los efectos del incremento de la temperatura y el nivel del mar para el 2100, resultado de investigaciones profundas, son espeluznantes: 20 asentamientos se perderán totalmente, lo que es igual a más de 28 mil viviendas de uso permanente y más de 83 mil personas.
Negarlo no sirve. El mar, la tierra han hablado. La naturaleza no se adaptará al hombre. Es el hombre el que debe, si quiere sobrevivir, adaptarse a la naturaleza.
De modo que la resistencia del hombre con la costa en la sangre de irse a otros sitios, el arraigo pujando contra todas las mareas no es, en última instancia, una batalla contra una decisión gubernamental, sino una guerra perdida de antemano contra Natura.
Publicado el febrero 4, 2018 en Uncategorized. Añade a favoritos el enlace permanente. 2 comentarios.
Hermozo lugar Lilith. Feliz dia de la mujer! Me gusta como escribes. En buena hora.
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Gracias, espero verlo más por acá.
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