Él tiene quien le escriba…
Él me pide que le escriba. Cumplo. Él, que rara vez lee lo que escribo. No me lo dice así, escríbeme. No es su estilo. Pero me reprocha no hacerlo, extrañado.
Tiene razones. Pensándolo bien, en estos años le he escrito todo tipo de cosas, las buenas, las malas, las regulares. Le he dicho amor e hijo de puta. Por separado o en la misma línea. Para él, he compuesto poemas y notas necrológicas. Reproches y panegíricos. Libros y mensajes rabiosos.
No importan los motivos. Si estoy muy feliz o muy triste. Si nos peleamos para siempre jamás o llevamos meses de lunas y mieles. Ni los momentos. Después del portazo o del amor. De la palabra dura o del te quiero.
Siempre he necesitado aliviaderos. Él cree que soy melodramática. Que se me dan bien las palabras, como si las tuviera aparcadas en una esquina y sencillamente decidiera usarlas, cuando en realidad escribo porque no puedo más, porque es mucha la felicidad o la tristeza, y no sé explicarlo en voz alta o no quiero.
Entonces él me pide que le escriba. Y me pongo a pensar por qué no lo hice antes. Si lo amo como cada mañana y cada tarde desde que lo conozco. Si lo odio, también, con la misma fruición del primer día.
No sabría decirle. Quizás pudiera empezar rectificándolo. En realidad le escribo. Siempre. Solo que a veces me guardo las declaraciones exageradas de uno u otro extremo. Los años. La gente enseña. Pero igual le escribo, sin motivo especial, sin nada importante que decirle, solo por complacerlo.
Publicado el noviembre 29, 2017 en Uncategorized. Añade a favoritos el enlace permanente. Deja un comentario.
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