Archivos Mensuales: junio 2018
Regresando a Alcides
El profe se llamaba Marcelo. O se llama. Asumo el presente por su edad, casi rozando con la nuestra. No era filólogo. Se había licenciado en la Universidad de la Habana de Bibliotecología y ahora estaba en Santiago de Cuba, como profesor de Gramática Española en un aula de primer año de Periodismo.
Marcelo era delgado, de estatura normal y blanco. Tan blanco que su cara se volvía un ramillete de nervios rojos brotando de todas partes cuando algo lo exaltaba, y una alergia recurrente daba a su nariz, ya notablemente grande, un aspecto de zanahoria madura que contrastaba con el resto de su cuerpo.
Era de San Germán, un pueblito holguinero que, según contaba, no hacía mucho había sufrido una de sus más grandes tragedias cuando un tren embistió una guagua que iba hacia el pueblo cargada de personas que regresaban de sus trabajos y sus centros de estudio. “Cada familia tenía, al menos, un muerto”, nos dijo en una ocasión con su voz grave casi siempre en tonos bajos, pero que a veces tronaba, como si de repente se le acumularan en la garganta cientos de signos de exclamación.
Lo queríamos. Era culto, justo e inspirador. Nos hacía estudiar con los libros con los que se hacen los manuales que pretenden hacer digerible la gramática. Samuel Gili Gaya, Andrés Bello y, solo cuando era muy necesario, Otilia de la Cueva. Algunos incluso nos ganamos sobrenombres que creaba uniendo los apellidos ilustres con los nuestros. “Lili Gaya”. “Yelena de la Cueva”.
Él nos regaló a Rafael Alcides. “Un hombre y una mujer avanzan de la mano por la calle. Y ríen. Hacen planes./ Les fue bien en el hotel donde hicieron el amor y ríen./se citan para mañana. La vida es estupenda./ Mañana él estará tendido en la funeraria una hora antes de la cita (el andamio en el último piso se zafó a las 11 menos 5) / y tres años más tarde ella ingresará en un hospital, /pero sólo por unos pocos días, nada / de cuidado / (según informará a sus amigas: que ya saben que es cáncer). /Pero ahora acaban de hacer el amor,/ tienen una cita para mañana, y ríen, se aprietan las manos. Ha sido una tarde tremenda. /No se cambiarían por nadie.” Lee el resto de esta entrada