Estoy gorda, y qué?
Los cuento cada día. Ayer fueron dos. Uno en serio y otro mientras, de paso, me tiraba los tejos. «Tienes que rebajar, con 20 libras menos hay que quitarse el sombrero», y yo que no soporto los metiches pero que no puedo soltarme en improperios por razones obvias, le sonreí y seguí mi camino.
Mireya Piñeiro Ortigosa, poeta e intelectual guantanamera, socia además, me celebró las buenas formas y dijo, tajante «No soporto a esas gentes que dicen cosas como esa, porque nadie sabe el drama que hay detrás de una persona gorda, o que no tiene hijos o marido, o cualquier cosa».
Y tiene la razón. Además porque el que hoy te dice que estás «subida de peso» mañana le pregunta a una mujer «por qué no ha tenido hijos, cuándo piensa encargar» o cualquiera de esas frases que meten las narices en un asunto tan serio como la maternidad, deseada por la casi totalidad de las mujeres, pero no siempre posible por problemas que escapan a todos los deseos.
Igual pasa con las gorditas o los gorditos. He conocido a algunos felicianos, pero también a otros que se matan de hambre o han caído en desórdenes alimenticios por la presión del «estás gorda nadie te va a querer» que todos los XXL hemos escuchado algunas vez, incluso de voces familiares.
Pero no, ni eso piensan, como si sólo les funcionara la lengua.
No sé si es el clima de la isla, las manías del colectivismo o alguna condición astronómica, el caso es que el cubano tiene una tendencia preocupante a meterse en todo lo que no le importa.
Eso, dice una amiga mía, tiene de bueno y de malo. Lo bueno, que siempre hay una mano para ayudarte incluso si no has pedido ayuda. Lo malo, que esa misma mano puede hacer algo que no era necesario o, lo peor, resulta contraproducente.
Y es que con la gente no se queda bien. Recuerdo que en un tiempo que comencé a frecuentar el gimnasio: aquello era el acabose. Unos me decían que para qué, que me estaba poniendo muy flaca, otros que le diera suave que estaba bien así, y por supuesto, terceros que me quieren ver en el hueso.
Y no me pasa solamente a mí. Flacas a las que le envidio los huesos viven mortificadas y hartándose de harina para ver si cogen unas libras, y quienes están en el medio, ni hablar, esas lo mismo un día se creen que están gordas que al siguiente se ven con cara de gata malcomida.
A mí lo que me gusta es vivir a mi manera. Y así dejo a la gente vivir. Si son felices, se quieren y las quieren, pues aleluya, nadie tiene que meterse en eso. El resto, es su problema y su riesgo, porque vamos, claro que sé que el sobrepeso es un problema y una enfermedad, pero peor es el complejo.
Yo no me meto con nadie. Y entre que me ayuden y no me molesten, prefiero lo segundo, así que vive, deja vivir, y amárrate la lengua…
Publicado el abril 10, 2013 en Lo mío primero... y etiquetado en botero, cubano, fabelo, gordas, isla. Guarda el enlace permanente. 1 comentario.
Hola Lilith. No te ves gorda. Los centroamericanos tienen una palabra para ese estado en que estas y es hermosa. Una mujer voluptuosa y abundante. Hermosa.
Ahora, el ejercicio es importante para mantener la salud y a no ser que camines un minimo de dos millas diarias para llegar al trabajo, si es bueno una hora de ejercicio al menos cuatro veces a la semana.
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