La hija del poeta

Florentina Boti, foto del archivo familiar, en revista Árbol Invertido

Me dijo que no tres veces, pero a la cuarta fue la vencida. Toqué un domingo a su puerta, con arrestos, con carácter. Su padre fue mi talismán, y una mirada. Ese domingo traspasé el umbral de su casa… y nunca más he podido salir.

Como poeta escogido, Regino E. Boti (1878-1958) definió a Guantánamo en unos trazos: “Aldea, mi aldea, / mi natal aldea… / Amo tu parquedad catalana / y tus calles rectas”. El tiempo lo ha sancionado como símbolo de la ciudad, tanto como la escultura La Fama que corona el Palacio Salcines.

Con unos versos, calibró el espíritu de la creación. El poema “Luz” es una filosofía de vida: Yo tallo mi diamante, / yo soy mi diamante. / Mientras otros gritan / yo enmudezco, yo corto, yo tallo; / hago arte en silencio”.

Como una clarinada, como una sombra, esa sensación de aldea, ese diamantino silencio ha acompañado a Guantánamo en los años siguientes.

Regino E. Boti con Arabescos mentales (1913) devolvió el abolengo a las letras cubanas tras la muerte de Casal y Martí. Su libro El mar y montaña (1921) lo convirtió en un clásico.

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¿Juventud apolítica en Cuba?

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por Harold Cárdenas Lema (tomado de La Joven Cuba)

Dicen que los cubanos no se interesan en política ni creen en nada. Dicen muchas cosas. Cuando de jóvenes se trata, aunque las cifras oficiales no son públicas uno se imagina los índices de emigración y ve de cerca el desinterés en participar políticamente. ¿Esto significa que sean apolíticos? ¿De veras no les interesa o será que nadie les presenta una alternativa atractiva? ¿Cuándo olvidamos que ser revolucionario es cool?

El país que tuvo el líder más carismático del pasado siglo e hizo popular ser barbudo, hoy le cuesta tomar la iniciativa. Entonces las cifras de ingreso a las organizaciones juveniles decrece, los jóvenes prefieren Facebook a las reuniones estudiantiles y la capacidad de convocatoria real sufre. Mientras, los medios extranjeros y los apóstatas exageran la situación buscando sacarle ventaja política. Entonces los nuestros responden que todo está bien, que no hay problemas sino mucha confianza en la juventud.

Yo que soy joven me preocupo, porque no veo conciencia del problema, porque no veo un plan para lidiar con eso, porque ya estoy cansado en esta guerra de relaciones públicas que lo que hace es posponer soluciones. Hoy en día toca una pugna triple. Con Estados Unidos por nuestra soberanía, con la oposición política que no tiene otro plan que no sea hacerse con el poder y con los sectores más dogmáticos en nuestras propias filas. Estos últimos creyendo salvar el proyecto nacional lo que hacen es aplazar las soluciones. Y sí, hay que cambiar con urgencia pero bajo nuestros propios términos. Lee el resto de esta entrada

Penumbras

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Siempre me ha llamado la penumbra. La oscuridad, lo comprobé temprano, es el sitio más común de los besos. Es algo genético: mientras para la claridad alcanzan las manos -enlazadas, rozándose…-, no hay oscuridad que deje impune, sin un beso.

La noche se quedó con mis mejores besos. Los más apasionados. Los más apetecibles.

Y los cines. Hay algo mágico en las sombras de un cine, algo surreal en los haces de luces que de pronto se convierten en galope, en llanto, en no me olvides. En un cine casi hice el amor, casi.

En un cine, mientras el resto sigue los giros de cámara, se deja atrapar por la música, yo me surmerjo en los rostros. No hay amor mal confesado en las penumbras. Ojo hay que ponerle, ojo a los brillos, al mínimo destello que hace inconfundible al sentimiento.

Un cine huele a encuentro y a soledades, y son la forma más secreta del deseo, dice un joven amigo, que qué le vamos a hacer es, irremediablemente, un poeta. Yo digo que huele a sexo, a adrenalina, a corre que nos cogen.

Pero es mala consejera la penumbra. En la penumbra se dicen cosas que no repetiríamos en otras luces, y se hacen. Yo que soy su hija, que vi nacer y he nacido entre sombras, sé de lo que hablo.

Qué importan los pianos

Este fue un comentario de un amigo de esta esquina…Camarero, sobre Santi. Acá lo reproduzco…

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Cuando murió Santiago Feliú el maestro Frank Fernández escribió algo hermoso y sencillo… Cada vez que Santi iba a su casa se sentaba al piano y Frank lo espantaba, porque el piano de Frank Fernández, imagínese… admite pocos manoseos… y cuando falleció Frank dijo que ahora lo añora y extraña y que lo dejaría tocar aunque se jodieran todos los pianos del mundo…

14 de Febrero

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Yo también te vi de viejo, aquí a mi lado. Te vi cascarrabias y barbudo, tan barbudo y cascarrabias como eres ahora, solo que aún no somos viejos, y ya no estamos juntos como lo soñé o no estamos juntos como lo soñé todavía.

Eso no importa.

Me vi envejecer junto a ti, morirme junto a ti, ojalá que primero. Te vi blanco en canas o blanco de calvicie. Te vi las manos y los pies bajo las sábanas desarregladas, vi tu columna adolorida y mis manos dando calor, y abrigo.

Te vi haciéndome el amor como siempre. Te escuché decirme groserías. Escuché tus ronquidos, sentí el peso de tu brazo surcando mi cintura, y enredé mis dedos en los tuyos para sentir que, aún en las noches más calurosas, algo, así fuera ligero, así fueran dos dedos de los pies sin poder de agarre, dos dedos que no saben acariciar…, nos unía.

Y vi el amor en medio de todo.

Así que esta noche me dedicaré a cazar estrellas, esas estrellas fugaces que dan motores a la imaginación del alma humana: En cada una diré tu nombre: Tú eres mi deseo.

Santi Feliú, el adoptado

por Alexis Díaz-Pimienta (tomado de On Cuba)

Santi Feliú era tartamudo. Como Wiston Churchil, Napoleón Bonaparte, Anthony Hopkins, Demóstenes, Lewis Carrol, Marylin Monroe (por citar solo algunos). Santi Feliú era zurdo. Como Beethoven, David Bowie, Bob Dylan, Kurt Kobain, Jimi Hendrix, Paul Mc Cartney, Mozart, Schumann, Atahualpa Yupanqui (por citar solo algunos). Santi Feliú era poeta. Como Silvio Rodríguez, Leonard Cohen, Lezama Lima, T.S Eliot, Borges, Vallejo, Eliseo Diego (por citar solo algunos). Y cantaba.

Santi Feliú era un poeta tartamudo y zurdo que cantaba sus versos, un joven eterno que se dejaba el pelo largo y la barba bohemia para que todo aquel que pasara a su lado supiera, de golpe, los peligros de la zurdería, las bondades de la tartamudez, el desparpajo de la poesía.

Así lo supe yo la primera vez que nos cruzamos en los años 80, en el ya mítico Patio de María, cuando todos éramos “feliuzmente” jóvenes (el flaco Ireno, la estilizada Gattorno, y hasta Migdalia, la viuda de Roberto Branly, y hasta el propio Branly, desde un retrato hecho, pensaba entonces, para las páginas de una enciclopedia). Y así lo supe cada vez que lo vi (pocas, por cierto) en La Habana, esa ciudad que lo adoptó, definitivamente. Porque los genios como Santi Feliú son siempre seres adoptados. Siempre. La ciudad, el país, los amigos, los hermanos, los colegas, las amantes, hasta los padres biológicos terminan adoptándolos, porque es mejor, más coherente con su forma de hacer, ser, ah-ser, lo más complejo.

Con creadores como Santi la adopción crea unos lazos más sanguíneos que la consanguinidad, hay algo de ejercicio responsable que define y mejora la relación, su envoltorio afectivo. Santi, al final, fue adoptado por todos. La Habana lo adoptó, Cuba lo adoptó, los demás trovadores lo adoptaron, incluso la música y la poesía fueron sus novias adoptivas. Pero quien mejor lo adoptó, fue, sin duda, la guitarra.

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Equipo de Fútbol

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No había otras explicaciones. Él quería un equipo de fútbol femenino universitario y nosotras -que éramos mayoría de aquel grupo de primer año de Periodismo- seríamos sus miembros, o sus conejillos de indias que es la misma cosa: sin discusiones, sin pretextos, sin el levanten la mano que, al parecer, solo se exige cuando no hace falta.

Él nos habló de la alemana Birgit Prinz y de la estrella japonesa Homare Sawa, y de otras más que no recuerdo, y de entrenadores, que no podíamos ser menos que los hombres -que en realidad tampoco eran mejores que nosotras sobre la cancha, justo es decirlo-, y la igualdad de la mujer.

Nosotras, esa noche, buscamos en internet quiénes eran Birgit Prinz y Homare Sawa y nos encomendamos a los buenos dioses del fútbol, en tiempos en que los dioses reales no tenían el cuerpo de deidad griega de Ronaldo, ni la cara de Atlas desubicado de Leo Messi, sino las facciones picassianas de Ronaldinho.

En la segunda clase, nos presentó la esférica. Nosotras corrimos, más de una se cayó. Alguien dijo una malapalabra y el resto completamos el estribillo hasta que el profesor, impasible ante sudores, raspones y quejas, nos reprochó aquella jerga de marineros ebrios.

La tercera clase fue el apocalipsis. Hembras contra varones. Muchas faltas. Muchas caídas sobre el césped que no era césped sino un pedazo de asfalto ganado por la hierba cada dos o tres metros. Un esguince o algo semejante. Gritos. De nosotras. De él, que además era hosco, y prepotente o al menos así lo veíamos nosotras, en medio de aquel once ridículo, de aquellas escenas que más que forjarnos el cuerpo nos machucaban el alma, y los callos.

Yo falté a la cuarta, y a la quinta. A la sexta regresé al terreno vestida de domingo con la indicación médica de que mi columna no aguantaría tantos ires y venires por aquel campo que no era campo tampoco, que no era nada.

Del equipo de fútbol no supe más, más allá de algunas quejas y algunas curas para piel arrancada de cuajo. Sí sé que de allí no salió ninguna María José Pérez ni Carli Lloyd, ni siquiera una atleta de mediano talento para sacar la cara por las Humanidades en los Juegos Interfacultades.

De aquellos días, sólo guardo el mal rato, y esta historia.

Revisitaciones IV (no hay III en esta historia)

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Cuando me olvide de ti, porque me olvidaré de ti algún día, eso seguro, no sé si en esta vida o en esta muerte, te habré escrito montones de poemas, poemas rabiosos, pequeñas rebanadas de hueso, de cartílago y sangre.

Cuando por fin te olvide, y me quede el vacío o como sea que se llame ese espacio de vida en que no nos mueve un amor proyectado hacia otros, quizás ya no pueda escribir como ahora, sentir que me atraganto de pronto con palabras que tengo que soltar, sí o sí, en un papel en blanco.

Si te olvido, un día de estos o de aquellos, en realidad no importa si es que logro efectivamente olvidarte, quizás necesite volver a recordarte un rato, cada día o cada noche, y revolver la herida por el puro gusto de que me duela el alma.

Ya ves, pase lo que pase entre los dos, siempre tendré que agradecerte la poesía.

Dios te salve, ciudad

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Ojalá pudiera la cuidad rescatarse a sí misma, con la misma fortaleza con que se engulle a sí misma. Autofagia que parece no provocar dolores de estómago, nada más serio que algunas recaídas, que algunos suspiros, bajos, reposados…, no importa que bien surtidos.

La ciudad-patrimonio se nos cae a pedazos, como se deshielan los casquetes polares o sigue abierto el agujero de la capa de ozono. Puede parecer una exageración comparación semejante, pero quién dice que el drama colectivamente íntimo de ver cómo van al piso las casas que te acompañaron cada mañana, el portal donde diste el primer beso, o cambian a dorado las vetustas puertas en las que dejábamos la piel hace tantos años…, es menos cruel que aquellos.

Se nos caen a pedazos los recuerdos, los asombros, las casas sencillas de una sola planta que por lo general caracterizaron a la arquitectura de los primeros años de la ciudad de Guantánamo, una ciudad por demás nacida de a poco, con el signo de la necesidad, sin ánimo de impresionar, de dominar a nadie, una arquitectura discreta en la que los antiguos habitantes de lo que una vez fue El Saltadero buscaban solo un techo lo suficientemente fuerte como para protegerlos de los elementos, y lo suficientemente alto para espantarles, en lo posible, los sopores del trópico brutal de estas tierras. Lee el resto de esta entrada

Principio de incendio es sofocado en catedral guantanamera

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Vista frontal de la catedral católica Santa Catalina de Ricci

Sobre el mediodía hubo un principio de incendio en la Catedral de Guantánamo, la iglesia Santa Catalina de Ricci, que ocupa el centro del parque José Martí. Lo acabo de confirmar con los bomberos.
El fuego, nos informaron del puesto de mando de los bomberos, fue sofocado por miembros de sus brigadas y causó un mínimo de daños.
Según personas que acudieron al lugar de los hechos, alertados por el humo, fueron los trabajadores de Servicios Comunales los que llamaron al Comando del Ministerio del Interior.
La catedral fue fundada el 15 de julio de 1842 y su construcción es sencilla, formada por tres naves que se distinguen desde el exterior y una fallada con tres puertas de acceso, la mayor de las cuales, al centro, se alínea con el campanario.
El terreno donde se erige, incluido el del parque Martí, fueron donados por Pedro Manuel Pérez, Belisario Rey y Lorenzo Jay y su principal impulsor fue José Andrés Rodríguez Luna, primer párroco y maestro.

Suite

Después de la tormenta, otra tormenta.

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El blog de Julio César Guanche. En Cuba “la cosa” es una expresión coloquial utilizada para referir a “la situación”. “¿Cómo está la cosa?” alude tanto al estado de la nación como al chisme de barrio. Suelen verse por separado “lo público” y “lo privado”, pero la pregunta por “la cosa” nos remite al vínculo entre ambos.