Tres poemas de Fina García-Marruz
CINE MUDO
No es que le falte
el sonido,
es que tiene
el silencio.
AMA LA SUPERFICIE CASTA Y TRISTE
Sé el que eres.
Píndaro
Ama la superficie casta y triste.
Lo profundo es lo que se manifiesta.
La playa lila, el traje aquel, la fiesta
pobre y dichosa de lo que ahora existe.
Sé el que eres, que es ser el que tú eras,
al ayer, no al mañana, el tiempo insiste,
sé sabiendo que cuando nada seas
de ti se ha de quedar lo que quisiste.
No mira Dios al que tú sabes que eres
-la luz es ilusión, también locura-
sino la imagen tuya que prefieres,
que lo que amas torna valedera,
y puesto que es así, sólo procura
que tu máscara sea verdadera.
Y SIN EMBARGO SÉ QUE SON TINIEBLAS
Y sin embargo sé que son tinieblas
las luces del hogar a que me aferro,
me agarro a una mampara, a un hondo hierro
y sin embargo sé que son tinieblas.
Porque he visto una playa que no olvido,
la mano de mi madre, el interior de un coche,
comprendo los sentidos de la noche,
porque he visto una playa que no olvido.
Cuando de pronto el mundo da ese acento
distinto, cobra una intimidad exterior que sorprendo,
se oculta sin callar, sin hablar se revela,
comprendo que es el corazón extinto
de esos días manchados de temblor venidero
la razón de mi paso por la tierra.
AY, CUBA, CUBA…
Ay Cuba, Cuba, esa musiquita ahora, de las entrañas, que conozco como un secreto que fuera mío y no tuyo, tú que eres porque no te has conocido nunca, óyeme, no te vayas detrás de esos extraños como una provinciana ilusionada por un actor de paso que la deslumbra con trajes gastados de teatro, acuérdate de la portada azul con lomerío atrás lejano, acuérdate del «mecido» como de cuna sobre la hoja, y el «va y ven» que entra y sale como un mar del olor del jazmín de noche, acuérdate de tu pulcro vestidito «de tarde»: no te vayas detrás de esos extraños, que cuando abras los ojos ya te habrán secado el alma y demudado el rostro que yo amaba. Erguida, modesta, valiente ay!, no serás nunca madre nuestra sino hija, Cuba, Cuba, loca mía, desvarío suave? Ay!, pudiera yo protegerte cantándote tus propios sones de conocimiento «color de arcano», pudiera protegerte con tu propia rapidez tu honda lentitud! Pudiera decirte: no subas a esa alta montaña que tiene al pie todos los bienes de la tierra rebrillando aciagos, tú que nada supiste poseer, secreta y sola como alta palma, flor de desierto. Pudiera proteger los sones que me acunaron y que ahora oigo como si faltara ya poco tiempo para que fueras a morir. Escapa, escapa, pelota, pez, colibrí, escapa, a todas las posesiones, a todas las certezas, a todas las negaciones, a todas las dudas, escapa, cefirillo, de la nube negra al hondo azul. Azul es tu prestancia y lo azul tu secreto. Escapa, como mirada de preso, al aire y al espacio tuyos! 0 salta, enloquece, búrlate, «mi bien», son suave, piérdete, acomete, abeja, miel, sinsonte, jilguerillo, a la sabana moteada, carmín, al «verdeclaro». Que no te toquen, cuerpo glorioso, patria. Porque siempre fuiste «edén» de las primeras miradas que te vieron, «edén» de la trova humilde, principio y fin, paraíso: nada sino esto agarraste, nada sino esto entendiste, lejanía, nada sino que no era esto sino otra cosa que no podías entender bien. Ensoñación modesta, no te toquen. Yo sé que te vas y vuelves, vaivén! Que te meces y me meces, cadencia! Que te vas «lejos, pero no muy lejos», aquí en el allí. Yo sé que tus palmas no rindieron homenaje al Hijo sino a su Huida! Por eso te pido ahora: reconoce! Regresa, Ave, con la Salutación!
Publicado el abril 28, 2013 en Lo mío primero... y etiquetado en amor, Cuba, cultura, fina garcía marruz, habana, literatura, poemas, poesía. Guarda el enlace permanente. Deja un comentario.
Deja un comentario
Comments 0