La figura más grande.

Fernando y Ángel Íñigo

En la cima más alta que puede alcanzar, el hombre mira al horizonte y concluye que aquello que ve a sus pies, la fauna serpenteando a ambos lados del trillo de piedras que desanda subidas y pequeños descensos, puede llamarse maravilla.

Es Fernando González Llort quien lo dice, y el Ángel que quedó de los Íñigo que parieron las más de 400 esculturas del Zoológico de Piedras, quien escucha casi a solas porque como si por magia las palabras del primero, siempre en tono bajo, parece que se perdieran entre la caliza y el musgo criado a la sombra de los árboles grandes.

Todo lo pregunta el Héroe. Cómo se trata la piedra, qué tipo de roca es, cuáles son las herramientas, de dónde sacan los artistas el modelo, cómo se trepan al pedrusco cuando la escultura les lleva metros a su cabeza, y el otro responde con esa sencillez del que no necesita más que tallar su diamante para ser luz.

Del Zoológico de Piedra, Monumento Nacional, quiere saberlo todo.

Ante el águila imperial, con las alas abiertas y asiendo a la presa, que el Íñigo padre esculpió con la rabia de la invasión de Los Estados Unidos a Granada, se detiene y levanta la vista, como únicamente podría hacerlo quien sobrevive a la garra.

Cuando llega a la yunta de bueyes, casi al final del recorrido de dos kilómetros entre escenas de la vida silvestre donde parece que la vida late y parece, por veces, que se escapa de los enmohecidos cuerpos de piedra, dice que es la que “nos hace falta para halar a Tony, Ramón y Gerardo”, y se detiene para una foto obligada.

Ante El Bohío, la última pieza en la que trabaja el artista, los dos hombres se encaran. El resto, somos a esas alturas solo una fila de cuerpos sudorosos llevando la escarpada sobre los hombros.

-Hay que tener una gran voluntad para hacer todo esto, pero sobre es un tipo de arte que requiere de condiciones físicas- dice Fernando.

-Voluntad hay que tener para hacer lo que hicieron ustedes.

-La voluntad hace falta en todos los proyectos, pero yo aunque quisiera no tengo la imaginación para ver en una piedra una figura, ni el talento. Menos mal que lo tienen ustedes- riposta el Héroe de la República de Cuba, y sigue camino.

(Luego me diría que, desde ahora, el Zoológico estará dentro de los lugares obligados que recomendará a todo aquel que pise el Alto Oriente, para luego desearlo más fuerza e ideas al escultor para que siga creciendo la maravilla).

Y no puedo dejar de evocar aquel momento en que el Comandante en Jefe le sugirió a Ángel Íñigo Blanco de Anaya posar al lado del elefante, “porque es la figura más grande” y el viejo le respondió, con su lengua rápida, que en todo aquello “la figura más grande es usted”.

Obsequio del escultor a Fernando, representando la causa de Los Cinco.