La tomatera en sus laberintos
El tomate, me dice el hombre, se pudre en el Valle de Caujerí, que este año vive una cosecha enorme, con rendimientos que duplican lo previsto y cuenta con una fábrica moderna pero cuya capacidad productiva, ahora mismo, es insuficiente para asumir toda la hortaliza que llega de los campos.
La gente 0bserva las tomateras preñadas de rojo desde hace dos semanas y reza porque no llueva y el hongo haga de las suyas, pudriendo todo lo que toque el suelo mojado, pero el cielo no hace caso.
Algunos, en alardes de previsión, recogen los frutos en cajas y las sacan para los trillos, al lado de la carretera, cubiertas por hojas de plátano, pero sin certidumbre de que escapen a la podredumbre que en algunos sitios ya se siente en el aire.
Su familia, su mamà, papà y hermano, calculan que si las cosas siguen asì, perderàn cientos de quintales de tomate bueno, un fruto dulce y carnoso que se muele en la UEB Fábrica de Conservas Valle de Caujerí para producir la pasta de tomate aséptica que luego se manda a otras provincias, donde se obtienen los productos finales.
Ante la pudrición, el campesino y el que oye las historias se pregunta por què no se lleva a otros sitios, por què si no pueden moler para hacer pasta, se usa para dulces, para consumo directo…, pero lo dispuesto va por otras sendas. Lo dispuesto que es lo que hay pero no siempre es lo màs justo, ni lo màs lògico.
Me lo confirma mi interlocutor. «Con la cantidad de camiones que hay en el Valle deberían darles petróleo para que si la fábrica no va a moler, lo traigan para Guantànamo, para los mercados, las placitas…, y lo vendan aunque sea a dos pesos. Porque lo otro es que si cogen un camiòn particular cargado con tomates, lo decomisan todo, si te pones de mala suerte, hasta el camiòn», increpa y me veo tentada a hablarle de nuevo que los papeles, que las resoluciones, que los contratos, que todo el tomate que pare el Valle es para la industria que para eso se construyó, y para eso tambièn la enorme inversión del riego, pero me abstengo de tratar de convercerlo de lo que yo misma no alcanzo a entender.
Me dice luego que la culpa es de la agricultura, de los dirigentes de la agricultura, «a los que no les duele que se pudran las producciones, que no supieron ver que se les venìa una cosecha como esta encima, y ahora que pasó no buscan soluciones».
Me pide, finalmente, el número de una colega que ya trató el tema en un medio de mayor alcance y se lo alargo, garabeteado en un papel a rayas. Lo acompaño a la puerta, lo veo bajar las escaleras, montarse en su moto y perderse tras el humo gris que sale de los tubos de escape…
En la esquina del frente, un vendedor ambulante ofrece sus productos. Por curiosidad le pregunto a cuànto vende el tomate. «El jarro a 10 pesos, me dice al momento, un regalito, mi tía, a que sí».
Publicado el marzo 2, 2017 en Uncategorized. Añade a favoritos el enlace permanente. 2 comentarios.
Buen artículo. Pero esa situación me suena…un «deja vu». Hace muchos, muchísimos años, nos movilizabamos un sábado (allá en nuestro querido Guantánamo ) ante la urgente necesidad de recoger una cosecha de Zanahorias que corrian riesgo de pérdida, por esos mismos motivos que tú has presentado…en fin, trabajo muy productivo…Hermosas y coloridas Zanahorias apiladas esperando a sus colectores o acopiadores. ..
Al salir del campo, con un sol que rajaba piedras (y que sé tú conoces de cerca ) las tristes y Marchi taste Zanahorias, perdida ya su espléndida frescura. …fallecian lentamente ante nuestros impotentes e incrédulos ojos.
Podrás buscar y encontrar culpables (?), justificaciones, planes mal previstos….Pero mientras no haya flexibilidad, creatividad, libertad de imaginación…estaremos ante la empecinada «cuadratura del círculo»
Triste, no? .
Me gustaMe gusta
Reblogueó esto en Comunidad autónoma de Cuba.
Me gustaMe gusta