Tarifa eléctrica, directo al pecho…
Acaba de llegarme la factura de la electricidad del mes y casi, casi me da un infarto. La cifra me la guardo para que no puedan usarla contra mí cuando hable de ahorro -que bastante digo- aunque en mi defensa puedo asegurarles que el sobregasto, que el sobreconsumo no se debe para nada a despilfarro.
Como a mí, a decenas de personas que conozco la llegada de ese papelito le provoca síntomas parecidos desde que,]con el objetivo de cerrar la llave y motivar el ahorro desde el susto, se cambió la tarifa eléctrica a un nuevo sistema que nos saca el quilo.
En la Mesa Redonda donde se anunció el cambio, recuerdo, se dieron algunas estadísticas que concluyeron en que la medida no afectaría a la gran mayoría de los cubanos, de acuerdo al promedio de consumo nacional.
Ahora, pensándolo bien y con el cambio de los viejos metrocontadores por otros electrónicos que miden «hasta la sonrisa», no creo en que esa estadística fuera muy exacta.
Primero, porque ya se sabe por estudios que por lo menos un 10 por ciento de toda la energía consumida en un hogar no era medida por los metros que eran mayoría entonces.
Pero también está el asunto del fraude eléctrico que arranca miles de megaWatts a las oficinas comerciales de Unión Eléctrica cubana, y que igualmente se va a bolina, por lo menos por ahora, con la digitalización del metraje.
Habría que ver, ahora mismo, por dónde anda ese consumo promedio que, en sí mismo, es engañoso en tanto opone valores de campo y ciudad, por ejemplo, que en nada se parecen.
El asunto, en concreto, es que casi la mitad de mi salario se me va en el pago del consumo eléctrico cada mes, y no soy la única.
Para muchos, la solución es no ahorrar, sino dejar de usar. Significa que muchas familias que recibieron con alegría los equipos de la Revolucion Energética con la promesa de decirle adiós al carbón, a la leña y en el mejor de los casos a los resabios de la pique, tuvieron que regresar a las alternativas cuando chocaron con el famoso papelito.
Y ablandar los frijoles al carbón porque una hora en la Multipropósito es una fortuna, o hervir el agua en el fogoncito de leña porque no hay quien aguante el palo al bolsillo si se usa la hornilla…
En la actual tarifa eléctrica no hay que tener muchos equipos para irse del rango de los menos consumidores, o sea, los que no se pasan de los 100 kiloWatts que se pagan a 9 centavos de peso cada uno.
Así las cosas, un aire acondicionado es un lujo que cuesta caro en un país donde las temperaturas siempre andan por el techo, incluso en meses que algunos todavía llaman invernales.
Yo, en lo personal, no entiendo ese ahorro que busca la tarifa eléctrica que se nos aplica como tampoco entiendo por qué no descolla entre los planteamientos más recurrentes en las asambleas de rendición de cuentas.
Será que la gente no sabe que también puede quejarse de medidas que «vengan de arriba». La verdad, ni idea, porque lo que sí me queda claro es que es un asunto «toca» a unos cuantos que no hacen con la electricidad más que tratar de vivir lo más cómodos posible.
He conocido, empero, a otros que no les afecta. Son personas que viven solas o familias cuyos miembros trabajan o estudian durante todo el día, y regresan a casa sólo durante la noche, o algún fin de semana si son universitarios.
Pero esa composición no es la generalidad en este país en el que los problemas reales para conseguir una vivienda han reunido bajo un mismo techo a más de una generación.
Gastar menos de lo que es posible es, también, una fuerte motivación para el fraude como me confesó Robertón, un vecino que en su vida ha devuelto por lo menos cinco carteras repletas de dinero y es un pan dulce que a veces se comen las hormigas, cuando lo agarran con un «puente» en su metrocontador, y le pasaron la mano porque 80 pesos, para un jubilado, es toda una fortuna.
Es una tarifa dura que le duele al trabajador. Y no es que esté en contra de que quien más gaste pague más en todos los sentidos, y que el despilfarrador tenga que coger el trillo. Es el listón lo que considero injusto.
Y me quejaré en la próxima. Ténganlo por seguro.
Publicado el julio 4, 2013 en Lo mío primero..., Uncategorized y etiquetado en ahorro, Cuba, economía, electricidad. Guarda el enlace permanente. 6 comentarios.
Muy buen artículo…felicitaciones…sólo faltó comentar que estas son las cosas que se deberían discutir en la Asamblea Nacional donde los diputados, incluyendo el sindicato, deberían defender los intereses del pueblo que trabaja.
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si, es cierto, me faltó.
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Muy bueno ese articulo… pero seria bueno preguntarle a la autora si tiene pensado plantear en su CDR o en Circunscripción ese problema de las tarifas electricas….. resulta dificil cuestionar lo que viene de arriba cuando toda la vida ha sido asi….. esperoque en nuestra Cuba las cosas cambien y que algun dia sea posible decirle NO a esas decisiones, que sabemos nos afectan,….. pueden tener muy buienas intenciones las decisiones gubernamentales, que si no son de agrado popular o en su aplicacion generan disgustos hay que revertirlas o pensar en buscarle una solucion… solo desde una participacion ciudadana concsciente, y tu lo dejas bien claro, problematicas como esas, que afectan a no pocos, podremos tener la sociedad que queremos
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Lo que pasa es que cuando las cosas no nos tocan es difícil saltar. Pero sí, querido lector, usted puede estar convencido de que lo planteo. Esas cosas que vienen de arriba pueden modificarse porque tenemos un sistema de gobierno que está estructurado con esa idea, lo que hay es que explotarlo.
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Excelente post. Como te decía por FB, ayer queríamos matar al cobrador los vecinos de mi edificio cuando llegó la factura… A mí, que antes pagaba 7 u 8 pesos de electricidad me llegaron 42 y aunque a algunos esta cantidad pueda parecerle de risa yo me la siento en mis mismos… pues es comida que tengo que quitarle de la boca a mi familia (y bien cara que está).
La cosa es que cuando vivía más solo como una pulga en un perro plástico ni me preocupaba x eso (y ahí me mangó la Mesa Redonda apelando a mi egoísmo jajajaja), ya que nunca me pasaba de los famosos 100 kw, pero cuando adquirí remolque la cosa se complicó. Ahora que tengo que planchar todos los días uniformes, poner batidora y ventiladores (xq un aire es un lujo que nunca podré pagarme) me siento asfixiado. No puedo menos que estar de acuerdo con que la tarifa eléctrica en Cuba debía ser un tema de discusión en el Parlamento, no son cosas nimias las políticas que por muy de arriba que sean se ceban en la gente y nos hacen pagar justos por pecadores.
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Muy bueno el articulo, es cierto que se debe actuar para modificar la tarifa pues es bastante injusta y cuando miras 100kw hora no representan nada en una vivienda. El pueblo trabajador es el mas afectado, maxime cuando lo pusieron a depender totalmente de la electricidad.
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